domingo, 15 de junio de 2014

Los magos del ritmo moderno que surgieron en el Almanzora

Agustín Flores, Tato, era un joven inquieto, melenudo, en los primeros 60, aficionado a la música de The Beatles, en un rico pueblo minero venido a menos, en el que los padres de familia agarraban una maleta de cartón para irse al cantón suizo. Se juntó con otro espíritu libre, Pepe Grano de Oro, a escuchar un tocadiscos en la calle del Aire. Éste, el Chulí, pariente de Miguel Flores, uno de los cronistas más brillantes de la provincia, estudiaba ingeniería en Cartagena donde había formado parte del grupo Los Pájaros. Los estudios se resienten y decide volver a Cuevas, donde aparece con su guitarra eléctrica y una batería desvencijada. A ellos se les unen, en esas tardes musicales, Andrés Bravo y Gaspar Flores, que tocaba en la Banda Municipal. Deciden crear un grupo, un conjunto músico-vocal se decía entonces, para ganar un dinerillo ese verano lejano de 1967. Se les une José Antonio Meca, hijo del director de la Banda, que tocaba el órgano y debutan en las fiestas patronales de La Campana, una pedanía de Pulpí, donde casi los corren con el gallao porque no había luz eléctrica y no podían enchufar las guitarras: los paisanos pensaban que el baile iba a ser, como siempre, con pitos.
Empezaron entonces, una pequeña gira comarcal, más anónimos que un africano en una parada de autobús, a tocar por Garrucha, por Mojácar, por Aguilas, con la incorporación de Alfonso, hermano de Pepe, como vocalista. Era la época yeye, del pelo largo, de los rizos de ballena, de pantalones de campana, con Amancio quitándole el puesto a Di Stefano, porque nada es eterno, ni una Saeta. En España subsistía una dictadura, lo sabían, pero se convivía con ella como se hace con una mancha en la cara o con un hombro dislocado. Había alegría, España, Almería ya no era gris. Y allí, en ese momento preciso y precioso estaban ellos, esos chavales de la tierra de la plata, con unas ganas de triunfar inmensas. Los recuerdo remotamente en la Terraza Cinema de Garrucha, risueños sobre el escenario, sobre un suelo apretado dealbero, donde bailaban parejitas de novios escuchando Esa niña que me mira. Embrujaban al personal, eran los Beatles melódicos del Levante almeriense. Todos los pueblos, por aquellas fechas tenían su conjunto, pero ellos hechizaron más que nadie con sus canciones propias. Tenían a Pepe, un vate, una fuente inagotable de composición con las cuerdas y el papel en blanco, un Sotomayor, un Washington Irving moderno obsesionado con espíritus de moros y amores imposibles. Empezaron a contar con fans que los seguían por sus pedestres actuaciones iniciáticas, en casetas de feria y en aquellas discotecas psicodélicas donde giraban bolas en el techo y se bebía Licor 43. Empezaba el despelote en las playas, a pesar de Carrero y de Tarancón, la gente joven tenía ganas de vivir, de soltar amarras, de dejar ya la copla y el pasodoble, las lágrimas de Valderrama y los quejíos de Farina. La música de Los Puntos sonaba junto a la de los Teddy Boys, Los Diablos o Los Sirex, en las pletinas, mirando a nuestra chica preferida en los autos de choque, en verbenas inolvidables en las que nuestros padres bebían cuerva, o cuando íbamos a la playa y bramaba el prehistórico radiocasette a pilas con la música de Grano de Oro, mientras la sandía se refrescaba sepultada en la orilla. Hubo cambios en el grupo inicial: se marchan Andrés y Gaspar y se incorpora de inmediato José Belmonte, un virtuoso con el bajo. Deciden dar el salto a primera división, hacerse profesionales, grabar un disco. Escriben a Fraga, que era ministro de Información y Turismo, y le piden ayuda. Graban una maqueta con 7.000 pesetas que les deja prestadas Antonia, una empleada de la casa de Grano de Oro. Y saltan de alegría cuando una casa de discos, Polydor, acepta grabarles con la condición de que sean canciones propias y no versiones. Comienzan los ensayos en la calle Farol y surge Miguel, su primer single, en recuerdo de un cortijero de su pueblo natal. Revistas como Mundo Joven, Discoplay se hacen eco y destacan los matices de originalidad de la canción. Pero no lanza a estos rabotes a la fama. Después llegará En el Calor de la noche, con la colaboración de José Antonio Armenteros, excomponente de Los Relámpagos: el tema pasa desapercibido fuera de la provincia. Hasta que graban Good Morning y ¡por fin! el éxito perseguido. El crítico José María Iñigo le hace una mención de honor y empiezan a actuar por todo el país, no ya como un conjunto de baile sino como una atracción musical. Marchan a vivir a Madrid, a la calle Bravo Murillo, pero vuelven: no pueden vivir sin el aire del Almanzora. Ya empiezan a ser contemplados no como críos melenudos sin muchas ganas de trabajar, sino con cierta admiración y respeto. Hubo un paisano al que siempre recuerdan de esa época frágil, Santos Mulero, director de Banesto, que les prestó dinero cuando estaban a punto de abandonar. No cesa en ese tiempo la inspiración de Pepe Grano de Oro y aparecen nuevos discos con altibajos de aceptación. Alfonso decide abandonar el grupo para montar bufete de abogado en Madrid y le sustituye José Pérez Sánchez, Pepito, con el que participan en el Festival de Música de Almería en el que consiguen el tercer premio con Magdalena. Y en el verano del 73 lanzan al mercado Cuando Salga la Luna, el bombazo definitivo: llegan a número uno en las listas musicales, se disparan las ventas, acuden a televisión comienzan las giras por toda España, hasta Suiza. Compiten de igual a igual con Fórmula V y Los Diablos. A partir de entonces se suceden los años dorados de Los Puntos, con llenos hasta la bandera en sus actuaciones, con Diego el de Gitanillos, Alfonso el Pasota, Pepito Zapata o el Roly montando las luces y el sonido, haciendo más kilómetros que el baúl de la Piquer. Después llegaron Llorando por Granada, Feria y otras tantas hasta que murieron de éxito y volvieron a resucitar.

sábado, 14 de junio de 2014

Los Puntos hacen disfrutar al público almeriense con sus grandes éxitos

El grupo cuevano ofreció un concierto pleno de vitalidad a sus seguidores, que esperaban, desde hace mucho tiempo, disfrutar de su música en directo
Como si el tiempo no pasara por ellos, Los Puntos regresaron anoche a la capital almeriense para ofrecer un concierto inolvidable que hizo que el público, que llenó el patio de butacas, no parará de bailar y corear las canciones desde que comenzó el recital, con los primeros sones de ‘Llorando por Granada’. Antes, mientras los componentes del grupo cuevano tomaban posiciones, los asistentes se vieron sorprendidos por una presentación a través de las pantallas de David Bisbal, que reconoció su admiración por una formación que ha hecho historia en la música almeriense. El arranque del concierto fue vibrante, y es que tras deleitar a sus seguidores con su canción más conocida, siguieron con ‘Tan bonita como un rock’ y con ‘Esa niña que me mira’, un tema dedicado a una joven que les impactó durante un concierto “porque estaba en primera fila y nos miraba como hipnotizada”. El público fue entrando en calor y ya despegados de sus asientos se volcaron con canciones muy pegadizas como ‘Good Bye’ o la célebre ‘Magdalena’, que convirtió el Auditorio Maestro Padilla en una auténtica fiesta. Sin dejar un momento al respiro, Los Puntos siguieron demostrando que están en plena forma con ‘Un regalo para ti’, ‘Mi amigo el escocés’ o ‘Ana Dinamita’, que sonaron a gloria para los seguidores del grupo que llevaban mucho tiempo sin poder disfrutar de su música en directo. Tras la presentación de los miembros de la banda, entre una ovación cerrada, llegó la recta final del concierto, con auténticos clásicos como ‘Ciego en Granada’ o ‘Viejo Corazón’, que comenzaron a poner el punto y final a una noche mágica. El público, sin embargo, pedía que el recital se extendiera un poco más y Los Puntos decidieron acabar con un regalo para todos los asistentes, cerrando como habían comenzado, con ‘Llorando por Granada’.

miércoles, 11 de junio de 2014

Los Puntos, como el primer día. La mítica banda de los 70 mantiene el espíritu de siempre

Aunque alcanzaron su momento de máxima popularidad allá por la década de los 70, para bucear en los orígenes de la música de Los Puntos habría que emprender un viaje en el tiempo y remontarse a algunos años antes. Por eso sorprende que sus letras mantengan enganchados a unos seguidores leales y sigan sumando adeptos entre las nuevas generaciones. ¿Cuál es su secreto? Según Pepe Grano de Oro, uno de los fundadores del grupo, Los Puntos son una idea musical que perdura incluso por encima de sus propios componentes. “Si se analizara el pasado y el presente, el espíritu es el mismo y el mensaje permanece intacto”, valora en una entrevista en SER Almería. Una de esas canciones inmortales es ‘Llorando por Granada’. Elegida recientemente a través de un concurso en Internet como el tema que mejor representa a la ciudad nazarí , este 2014 cumple cuatro décadas. De ahí que la banda de Cuevas del Almanzora se halle inmersa en la gira ‘Llorando por Granada, 40 años’. Un tour que empieza en Almería mañana jueves 12 de junio a las 21.30 horas en el Auditorio Maestro Padilla. “Esta canción tiene la hermosura de una historia melancólica, que es la caída del reino nazarí. Tuvo que ser muy duro dejar Granada, yo me pongo en su pellejo casi a diario y no sé si lo habría soportado”, explica. El repertorio del concierto de mañana será un recorrido por Los Puntos en blanco y negro y Los Puntos en color. “Desde que volvimos a la carretera en el año 78, hemos sacado tres discos nuevos. La idea de Los Puntos sólo estuvo aletargada. El directo de Almería va a ser un repaso por nuestra historia musical desde su génesis hasta una canción que compusimos hace dos semanas, un rock and roll que es una historia un poco almeriense”, añade. “Mi intención es que la gente vaya con ganas de divertirse y compruebe que nadie ha podido matar al niño que llevamos dentro, la música es intemporal”, asegura. Jota Cano, una de las incorporaciones más recientes a la banda, coincide en que el fondo de las canciones es el mismo. “Cambian las plataformas, los formatos y la industria, pero las vivencias en el fondo son iguales”, reflexiona en la radio.
Algo natural “A mí Internet no me ha sorprendido, pues entiendo la música como algo natural y el medio por el que se divulgue no me asusta. La esencia y el arte están ahí, como ocurre con Chopin y Mozart”, argumenta Pepe Grano de Oro. A juicio de Jota, una de las claves sobre las que se sostiene el éxito de Los Puntos es contar con un compositor, de modo que sus letras no dependen de terceras personas. “A mí me inspiran las pasiones, de lo que contemplo y me duele de los demás y del amor propiamente dicho porque no entiendo una vida sin mujeres”, contestó el fundador de la banda cuevana. Repertorio Con una decena de álbumes en el mercado, el grupo almeriense tiene serias dificultades a la hora de seleccionar los temas que interpretan en cada directo. “En algunas de las ciudadades donde más populares somos, como Ibiza, Bilbao, Guadalajara y Badajoz, nos encontramos a un público joven que se sabe nuestras letras porque crecieron con ellas en casa y se han aprendido las nuevas”, sostiene Grano de Oro. Las entradas para verlos están a la venta al precio de 16 euros a través de Internet en la página web www.almeriatickets.com, en la taquilla municipal, ubicada en el Teatro Apolo, y dos horas antes del concierto en el Auditorio Maestro Padilla.

martes, 3 de junio de 2014

Llorando por Granada, ALMERIA 12 DE JUNIO.

A 9 días de empezar en el Auditorio Maestro Padilla de Almería, nuestra nueva gira LLORANDO POR GRANADA, 40 AÑOS - Contamos con poder veros allí y haceros disfrutar de esta noche importante para el grupo.