lunes, 14 de marzo de 2016

Tierra Cristiana

Antes de abrir el día con su luz,

puedes oír decir su último adiós.
Tiembla al hablar, tristeza hay en su voz.
Tanto dolor le rompe el corazón.

Hay al final, camino ya del mar,
como quien va y no ha de regresar.
Así se fue, volviéndose hacia atrás.
Alguien lo vio como a un niño llorar.

¡Ay de mi noche, mi luna, ay de mi mañana!
¡Ay de mi valle, mi mora, ay de mi alcazaba!
¡Ay de mi raza de llanto bañada!
¡Ay de mi Sierra Nevada!

¡Ay mi mezquita cansada de voz apagada!
¡Ay de mis álamos grises, ay de mi agua clara!
¡Ay de Jaén, de mi Córdoba llana!
¡Ay de mi tierra cristiana!

El cielo está oscuro y sin su azul.
Es el final, Alhama se rindió.
Cansado va, ni aliento hay en su voz.
No hay solución y él bien lo sabe ya.

Habrá un lugar en donde abrasa el sol
para olvidar tanto como dejó.
Mas no podrá, y sin quererlo o no
se ha de escuchar entre sueños su voz.

¡Ay de mi noche, mi luna, ay de mi mañana!
¡Ay de mi valle, mi mora, ay de mi alcazaba!
¡Ay de mi raza de llanto bañada!
¡Ay de mi Sierra Nevada!

¡Ay mi mezquita cansada de voz apagada!
¡Ay de mis álamos grises, ay de mi agua clara!
¡Ay de Jaén, de mi Córdoba llana!
¡Ay de mi tierra cristiana!